06 abril 2010

¿Y qué hacemos?Pues nada, esperar.

¿Debemos tratar a los trabajadores como un factor de producción más?¿Se deben eliminar todas las trabas para que sea más fácil contratar y despedir gente? Este es uno de los dilemas que el Gobierno ha llevado sujeto a la espalda este último año y que, en breves, le puede reventar.

Hace unos días, el Banco de España proponía abaratar el despido para que hubiera una mayor fluidez en la contratacion y fuera más fácil, que a la larga, no hubieran tantos parados. Pero esta medida es un arma de doble filo que puede acabar explotándole a la presidencia en la cara. ¿Se debe confiar en la buena voluntad de los empresarios o se debe pensar que utilizarán esta medida para deshacerse sin más de cientos trabajadores?
Supongo que estamos en el dilema de siempre. Teóricos de la economía ya planteaban que en el caso de poner algunas barreras al mercado de trabajo, como el salario mínimo, se beneficiaba a los que ya estaban contratados mientras que se perjudicaba a todos aquellos que se encontraban el paro debido a la larga temporada de desempleo de las personas.

Teniendo en cuenta que es un partido socialista el que se encuentra gobernando es obvio que no de facilidades para debilitar la situación de los trabadores pero tampoco da razones convincentes para no hacerlo. La vicepresidenta primera De la Vega considera que las cuentas realizadas por el gobierno son más optimistas que las realizadas por el Banco Central y por lo tanto no se debe de recurrir a medidas tan drásticas que no se hayan convenido en un Diálogo Social.

¿Y qué hacemos? Pues nada... esperar a que todos los partidos decidan ponerse de acuerdo y llegar a una opción conjunta que, en estos momentos, parece imposible de conseguir. Mientras tanto cientos de empresarios honrados cierran empresas por no poder despedir a la gente, otros muchos empresarios más interesados esperan la reforma para poder ganar más dinero, y lo más fuerte, miles de parados no saben donde ir, qué hacer, y la cantidad suma y sigue.